«El resto de su programa fue ecléctico en espíritu y contenido, comenzando con las finas descripciones de Granada, Asturias y Sevilla de la Suite Española de Isaac Albéniz. Disfrutó de los aspectos juguetones y extravagantes de la Alborada del Gracioso de Maurice Ravel, así como de la rica paleta y generosa escala de Rudepoema de Heitor Villa-Lobos, el retrato que el compositor hizo de Arthur Rubinstein. Cepeda alcanzó su cima virtuosística con la Rhapsodie Espagnole de Liszt, con una interpretación exuberante, desenfadada e incluso monumental en respuesta a las considerables exigencias de la obra.»
margaret davies, musical opinion, Reino Unido, febrero 2009